29 mayo, 2011

Ensueño

Terminó todo. Ya se marcha la sultana señora. Mayo, se desvanece en cada esquina, consciente de su daño. Ha vuelto a romper los corazones, ha vuelto a dejar huella. Todo lo vivido se agolpa en recuerdos vanos a cada instante. La rúbrica, mágica. La tarde de Manzanares en Córdoba puso el final antes de lo esperado, después nada fue lo mismo. La brisa de la nostalgia enredaba temprano la cabellera de Mayo. Despeinando su sonrisa, tornando su mirada. Mayo se ha ido.
Manzanares en Córdoba volvió a redondear. Volvió a retorcer el tiempo, cogiéndolo, como si suyo fuera, y en nada lo dejó. Es su dueño. Hace lo que quiere. Lo para y llega al corazón. El tiempo en todos sus sentidos, muleta en mano y llenando la plaza. El tiempo en su justa medida, el cual no es tiempo. El tiempo medido, el que no pasa. El tiempo templado, el cual es toreo. Cuando el tiempo sale de las agujas y atraviesa los cristales, no es tiempo, es emoción. Emoción en sentido estricto, de el la piel de gallina y la lágrima en el ojo. Ese es el milagro. El mesías que cruzaba la orilla en Sevilla, cada vez está mas cerca. El mesías pregona toreo y rezuma cadencia. El mesías ha llegado. El milagro soñado del temple, del que lo ha hecho suyo. Quien es dueño del temple, lo es del tiempo. Y quien es dueño del tiempo, lo es del toreo.
La puerta grande un sentimiento. Las cosas que llegan al corazón, salen por el corazón. Las cosas que no necesitan explicación no caben en un renglón.

15 mayo, 2011

Privilegiados

Lo vivido en Jerez, es poco probable que se vuelva a vivir. La tarde era perfecta, el marco el ideal y el lugar el idóneo. Y los toreros en un nivel imposible. En un nivel de toreo único. Poniendo el listón donde sólo llegan los elegidos. Los toros posibilitaron la locura.
Morante inspirado y arrebatado. Con el capote con el repertorio al completo, en todo su esplendor. Verónicas, chicuelinas y delantales en ese aire exquisito que sólo él nos puede ofrecer. Con la muleta asentado, apostando y tragando. Dejó tandas de derechazos extraordinarias, la pata palante. Con la izquierda profundidad como bandera. Las banderillas en corto, sin aspavientos y en la cara. Pureza en definitiva. Un par al quiebro en la retina. No se dejo ganar la partida por el nuevo torero del siglo XXI y se entregó en cuerpo y alma. Estamos en un momento único, debemos reconocer el privilegio de disfrutar de esta tauromaquia hecha persona. De esta persona hecha toreo. Privilegiados hoy, echaremos en falta mañana. Disfrutemos.
Manzanares ha vuelto a ir más allá. El jamón serrano corría por los tendidos y el público parecía no tener hartazgo. El fino de la despaciosidad refrescó el alma y embriagó el corazón. La locura estaba completa. La resaca asegurada. Es capaz de hacer feliz con una muleta y eso se agradece. En una tanda puso la camisa de fuerza a los allí presentes, dejándola muerta y tirando de ella sin tirar. Se los pasó muy cerca y todo tan despacio que parecía no acabar. El concepto de empaque en la RAE tiene ya una segunda acepción: Jose María Manzanares hijo. La primera, el padre. Esta es su temporada, y lo que le queda. Otro privilegio.
Los que estuvimos allí no se nos olvidará. Jerez, da lugar a todo esto. Las plazas con solera inspiran y eso se nota. El toreo es inmensidad, y en Jerez se desbordó.

10 mayo, 2011

Reflexión obligada

Después de lo visto en Sevilla, la temporada para Morante se prevé dura. Dura e insoportable.
La temporada, la pasada, en la que se optó por apostar, pudimos ver una renovación en la persona y en su tauromaquia. Renovado por dentro y por fuera, servían todos los toros y la regularidad había llegado al toreo de arte.
Como artista, la regularidad en su toreo terminó pasando factura y de qué manera. Lo habíamos avisado.
En Sevilla, donde realmente empieza la temporada, se le ha visto más taciturno, más serio, más mermado en lo físico. Puede que su bajón psicológico sea fruto de una temporada anterior de lucha con cualquier toro, tuviera o no condición, consecuencia de la expectación creada a su alrededor y la necesidad de que el nuevo morantista viera aquello de lo que tanto se le había hablado. Pienso yo.
El invierno habrá dado que pensar y llegar a la conclusión de que ese no es el camino. Esto, unido al gafe de los corrales, hace que todo se haga más cuesta arriba. La guinda de esta mala suerte ha sido el paso por Sevilla: en un primera tarde en la que salieron tres toros extraordinarios (se indultó uno) ninguno cayó en sus manos. Y en la segunda tarde, también hubo toros para los otros dos espadas, en mayor o menor medida, y a Morante, nada. Las verónicas a su segundo toro, en esa misma tarde, paradigma de esto. Impotencia y rabia en las mismas. Y ninguna es buena compañera de viaje, y menos, en un torero artista.
Puede que en esa mala suerte influya su tauromaquia. No torea para el toro, ni acompaña su embestida en los primeros compases. Pero debe ser así. Su concepto lo pide. Un concepto tan único, una exquisitez tan escasa, no merece de medias tintas. O blanco, o negro. El no andarse con rodeos con toros que no le permiten ni un segundo de lucimiento, es la consecuencia de esto. Y esto traerá otra peor: todos aquellos que se subieron al carro en la temporada de la regularidad, en la temporada de la lucha, no serán capaces de entender que un toro "no sirva". Temporada insoportable que nos espera. Temporada de broncas. Pero como debe de ser.

02 mayo, 2011

Color manzana

Así se vistió toda la tarde. De ese color manzana de profundidad y despaciosidad. 
Indulto aparte. Cuvillo lidió tres toros magníficos, dos para Manzanares y otro para Aparicio. 
El de este fue el toro más bravo y con más clase de los que han pasado por esta semana en Sevilla y se fue con las orejas puestas. Cosas de la vida. Eso sí, con el capote la cadencia no la pierde, aunque en algún lance echó la pierna atrás para quedar bien en la foto. La réplica de Morante antológica, con un tercer lance eterno, meciendo el toreo, en el que el toro quiso ir más allá. 
El toreo de Manzanares estuvo en el soñado, en el que todo el mundo busca y casi nadie encuentra. Tenía que explotar, después de tantos años de rozarla. Y explotó y de que manera. Sevilla, tiene su torero, y el torero su anhelo. Manzanares sublimó el toreo de forma nunca vista. El milagro de la despaciosidad existe. Beato del toreo, cruzaba la orilla de la Tauromaquia, adentrándose en la tierra de los elegidos, los cuales, esperan felices su llegada. La eternidad existe. 
La rotundidad de la tarde es apabullante. Increíble. Difícil de asimilar. Ver torear así es un privilegio para quienes tienen esa capacidad, ya perdida por algunos, de saber entender y comprender algo tan magnifico. 
Morante una vez más chocó con esa suerte funesta de los corrales que siempre le persigue allá donde va. En el segundo, el sobrero, tragó y dejó muletazos de gran calidad. Lo de siempre, el toro se apagó y ahí quedó la cosa. El primero en sus manos era de Puerta del Príncipe. En el quinto, con la tarde quebrada, quedó inédito por las no facultades del toro y lo pagaron con él. Pitos injustos en la que debería ser su plaza. A partir de ahora, la comparte con Manzanares.
La puerta grande antología de la felicidad. Los capitalistas son el cáncer de la fiesta, y la policía nacional. Tardes así el torero se tendría que dejar llevar y los aficionados llevarlo hasta el hotel. Como siempre se ha hecho. Hubo intentona pero se quedó en eso. Un gran momento ver como lo sacaban a tirones desde el coche de cuadrillas.