04 julio, 2010

Conmigo de compañero


Que si la entrada del alba, o el duende que da la luna... Será por una cosa o por otra, pero la nostalgia se posa sobre nuestros hombros, pesada. Sólo deja claro una cosa, la esencia, lo fugaz. La templanza del temple, la brusquedad de lo dominado. El desaire con respeto, y la traición con enjundia, con solera. Todo esto, toda esta amalgama de sabores, toda este coctel de pureza se hace básico, piedra angular de toda una filosofía de vida, por llamarlo así.
Conmigo, de compañero. Acompañando todas las vivencias, sueños y emociones. Sin esa fugacidad eterna, la vida estaría vacía, vacía a rebosar. Rebosante de nada. Rebosante de simplicidad.

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