29 mayo, 2011

Ensueño

Terminó todo. Ya se marcha la sultana señora. Mayo, se desvanece en cada esquina, consciente de su daño. Ha vuelto a romper los corazones, ha vuelto a dejar huella. Todo lo vivido se agolpa en recuerdos vanos a cada instante. La rúbrica, mágica. La tarde de Manzanares en Córdoba puso el final antes de lo esperado, después nada fue lo mismo. La brisa de la nostalgia enredaba temprano la cabellera de Mayo. Despeinando su sonrisa, tornando su mirada. Mayo se ha ido.
Manzanares en Córdoba volvió a redondear. Volvió a retorcer el tiempo, cogiéndolo, como si suyo fuera, y en nada lo dejó. Es su dueño. Hace lo que quiere. Lo para y llega al corazón. El tiempo en todos sus sentidos, muleta en mano y llenando la plaza. El tiempo en su justa medida, el cual no es tiempo. El tiempo medido, el que no pasa. El tiempo templado, el cual es toreo. Cuando el tiempo sale de las agujas y atraviesa los cristales, no es tiempo, es emoción. Emoción en sentido estricto, de el la piel de gallina y la lágrima en el ojo. Ese es el milagro. El mesías que cruzaba la orilla en Sevilla, cada vez está mas cerca. El mesías pregona toreo y rezuma cadencia. El mesías ha llegado. El milagro soñado del temple, del que lo ha hecho suyo. Quien es dueño del temple, lo es del tiempo. Y quien es dueño del tiempo, lo es del toreo.
La puerta grande un sentimiento. Las cosas que llegan al corazón, salen por el corazón. Las cosas que no necesitan explicación no caben en un renglón.

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