15 mayo, 2011

Privilegiados

Lo vivido en Jerez, es poco probable que se vuelva a vivir. La tarde era perfecta, el marco el ideal y el lugar el idóneo. Y los toreros en un nivel imposible. En un nivel de toreo único. Poniendo el listón donde sólo llegan los elegidos. Los toros posibilitaron la locura.
Morante inspirado y arrebatado. Con el capote con el repertorio al completo, en todo su esplendor. Verónicas, chicuelinas y delantales en ese aire exquisito que sólo él nos puede ofrecer. Con la muleta asentado, apostando y tragando. Dejó tandas de derechazos extraordinarias, la pata palante. Con la izquierda profundidad como bandera. Las banderillas en corto, sin aspavientos y en la cara. Pureza en definitiva. Un par al quiebro en la retina. No se dejo ganar la partida por el nuevo torero del siglo XXI y se entregó en cuerpo y alma. Estamos en un momento único, debemos reconocer el privilegio de disfrutar de esta tauromaquia hecha persona. De esta persona hecha toreo. Privilegiados hoy, echaremos en falta mañana. Disfrutemos.
Manzanares ha vuelto a ir más allá. El jamón serrano corría por los tendidos y el público parecía no tener hartazgo. El fino de la despaciosidad refrescó el alma y embriagó el corazón. La locura estaba completa. La resaca asegurada. Es capaz de hacer feliz con una muleta y eso se agradece. En una tanda puso la camisa de fuerza a los allí presentes, dejándola muerta y tirando de ella sin tirar. Se los pasó muy cerca y todo tan despacio que parecía no acabar. El concepto de empaque en la RAE tiene ya una segunda acepción: Jose María Manzanares hijo. La primera, el padre. Esta es su temporada, y lo que le queda. Otro privilegio.
Los que estuvimos allí no se nos olvidará. Jerez, da lugar a todo esto. Las plazas con solera inspiran y eso se nota. El toreo es inmensidad, y en Jerez se desbordó.

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