18 mayo, 2010

Que bonita.


Que bonita es Córdoba con el atardecer de los días. Con esa fragua de luz resplandeciente, que se refleja en todos los recovecos de Mayo. Que preciosidad es admirarla desde su plenitud, al otro lado del río, mirándola frente a frente. Que sabor mas torero y flamenco desprenden sus esquinas. Que aje y que salero. Hasta el río, llega emocionado, impaciente por verla, aguardando el momento en el que estalle el color de los geranios y el olor del azahar no nos deje respirar, nada más que la suave brisa primaveral. Que bonita está la señora califal en su Mayo, como se respira otro aire, otro ambiente. Como se mece con la suave llamada del estío, dejando que se acerque poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Que bonita es Córdoba, cuando observa el suave coqueteo que se trae la primavera con el verano, como se juntan en las noches de nostalgia, bohemia y ensoñación. Que enjundia traen los ecos de otros tiempos, de los perfiles toreros, de los que en piedra tallados admiran el pasar del tiempo, impertérritos. No podemos pedir más. Estamos en Córdoba, en Mayo.

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